sábado, 3 de diciembre de 2011

Acabarán los días, mas no los kilómetros

El frío de la mañana helaba mi cara mientras los kilómetros se iban acumulando en el cuenta de mi moto, el tráfico, escaso a esas horas, me recordaba aquellos momentos en los que fui otro, cuando iba encajado en una habitáculo metálico en busca de unas pocas judías que llevarme a la boca y callaba todo cuanto mi jefe me decía. Hoy las cosas son distintas, sigo teniendo que tragar algunas de aquellas asquerosas realidades que el mundo nos pone en el camino y que no podemos sortear, pero ya no me dedico a recorrer las carreteras metido en un asqueroso utilitario, ahora la carretera se rinde a mis pies mientras recorro este país de sagitario a lomos de mi yegua metálica, la única que hasta ahora nunca me ha fallado.

Se que dentro de poco saldrá el sol y esta chupa de cuero que ahora me protege del frío, pronto será un estorbo y el calor será tan sofocante que no me quedará más remedio que buscar un lugar en el que pasar la tarde hasta que el sol, de nuevo, se ponga y me permita seguir mi camino a ninguna parte. Ese será el momento en el que los demonios del hombre blanco aprovechen para atacarme, pero yo seré fuerte y resistiré sus envites cueste lo que cueste, porque yo soy libre, soy uno de los pocos que aun puede jactarse de no atenerse a las reglas del "gran hermano", se que viviré solo muchos años, pero también se que ello conlleva la gran responsabilidad de no estar sujeto a sus normas.

Yo, soy libre.