Así las cosas al llegar a los Llanos del Caudillo dejo la autovía y sigo un rato por una comarcal hasta Manzanares, en esta zona ya si que he notado el frío, las mallas térmicas no eran suficiente y desde luego la cazadora se me quedaba corta para resguardar por completo el pecho del helado viento que me daba de cara. He echado de menos la cordura, la verdad, pero ya no había solución, había tantos kilómetros por delante como por detrás para regresar a casa, así que me jodí y continué el camino.
Una vez en Manzanares tomé la ya más que conocida carrtera que une esta población con Alcázar y un poco antes de llegar aquí, vuelvo a ver el Guadiana desbordado (en Villarta vi el Cigüela también) ¡qué maravilla! La verdad es que ver tanta agua en una tierra tan seca es alucinante. Hace dos semanas incluso el agua había cubierto uno de los dos carriles de la carretera, fue el domingo que comimos en las lagunas de Ruidera, que también andaban bastante bien de agua. Ójala estas aguas que se salen de sus cauces sean solo un preludio de la abundancia de todo para todos este 2010.