viernes, 15 de enero de 2016

Yo se lo que soy

En tierras de Asturias con mi Virago 1100
Hubo un tiempo en el que soñaba con ser motero. No tenía muy claro que era eso, pero quería serlo. Miraba las películas y las series y veía motos cromadas, de largas horquillas y sencillos chasis y me decía a mi mismo: “eso es exactamente lo que quieres ser”. Y así era, eso era lo que quería ser, ni más ni menos.

La tradición motera, muy larga y arraigada en mi ciudad, cuna de la federación Regional de Motociclismo, no era precisamente una tradición custom, cuando yo era adolescente apenas había unas o dos Herleys en Alcázar y estas tampoco eran de gente que las usase mucho. Las motos que se veían más eran las deportivas o las de enduro, las de cross y algo más tarde las de trail. Eran motos, si, muy bonitas y potentes, pero no eran las que yo soñaba. A pesar de haberlas “vivido” poco y haberlas visto menos en persona, yo sabía que era custom lo que me pedía el espíritu. Yo tenía claro cuál era mi estilo.

Pasaban los años y cada día lo tenía más claro, empecé a embeberme de la cultura custom, de su estilo de vida, empecé a aprender lo que eran las Harleys y todo lo que ese mundo envolvía en su papel de regalo negro mate. Con el tiempo supe lo que era un MC y lo que era un club house, supe la diferencia entre conducir una moto disfrutando cada segundo en una carretera secundaria sin prisas, y lo que era disfrutar una moto en un circuito a toda velocidad. Con el tiempo me volvía más y más custom…

Un buen día llegó a mi una oportunidad única, yo, que jamás había conducido ni un mal ciclomotor, de repente me vi en la autoescuela, sacándome el carné de “moto gorda” y negociando con unos hermanos la compra de su pequeña Yamaha SR 250 Special. Aquella fue mi primera moto y si, tenía estética custom. Disfruté con ella de lo lindo, me movía por todas partes con ella, desplazamientos urbanos sin descanso, pero también largos viajes sin pasar de 110Km/H que era su velocidad máxima siempre y cuando no hubiese mucho viento. Valladolid, Murcia, Córdoba… De una a otra ciudad española en mi pequeña SR Special. Más tarde llegó una de las mejores motos custom que ha dado la historia, mi sueño de adolescente se hizo realidad y me agencié un Yamaha Virago XV 1100, el salto de cilindrada fue tremendo y con el la distancias de mis viajes aumentaron, también los amigos moteros y las fiestas con ellos. Con esa moto sentí en mi propia carne lo que era ser motero y poderlo disfrutar sin fisuras, conocí el ambiente de los MCs, las juergas hasta la madrugada con gente que jamás habría conocido sin moto, el amor y el sexo sobre un saco de dormir en medio de ninguna parte.


En la actualidad con mi HD Street Bob del 2015
Hoy, sin olvidarme de mis motos anteriores, conduzco una HD Street Bob, un verdadero sueño hecho realidad en forma de hierro negro mate con cromados y 1700c.c que me llevan donde quiera, que me hacen sentir vivo incluso en esos días que el resto del universo se empeña en matarme. 

Lo importante no es qué moto tengo, su marca, cilindrada o potencia, lo realmente importante es ese sentimiento que desde bien pequeño me ha invadido. Saber que quería ser motero no era sino el reflejo de lo que, en realidad, ya era. Saber que no quería sino montar sobre dos ruedas, sentir el aire caliente en mi cara en los calurosos veranos de La Mancha, el frío de los criminales inviernos de Castilla y las traicioneras lluvias de la carreteras. Yo se lo que soy, yo SOY MOTERO.