viernes, 4 de noviembre de 2016

La moto os dará libertad y concentración

Desde muy joven supe que algo había en estos cacharros de dos ruedas que me arrancaba una sonrisa con el simple hecho de escuchar sus motores. Cuando era apenas un crío con 14 años anhelaba un ciclomotor, una Vespino o una Cady, nada del otro mundo, dos ruedas con un pequeño motor que me llevase camino de la libertad y la felicidad. Pero mis padres, sus motivos tendrían, jamás vieron oportuno que lo tuviese. Con 16 años empecé a trabajar y al cumplir los 18 tenía ahorrado suficiente, con el carné recién sacado me fui directo a por la primera ocasión que tuve, una Yamaha SR 250 Special, tan bonita, tan cromada... Y desde entonces he sentido que necesito una moto en mi vida para no enloquecer.

Supongo que un sentimiento parecido hemos tenido todos los que montamos en moto (y muchos de los que aun no la tienen) y sabemos que es uno de los orígenes y motivo de nuestras sonrisas, las motos y todo lo que las rodea. Lo mejor es saber que no estamos locos, sino que esto tiene ahora una base científica. Si, acabo de leer un artículo que habla de un estudio serio realizado en la Universidad de Tokio y que dice que "conducir una moto a diario mejora el funcionamiento del cerebro en varios aspectos".

Resumiendo, lo que viene a demostrar de manera científica y seria este estudio es que los moteros que se usaron en este, mejoraban sus niveles cognitivos, comparados con el otro grupo de control que no conducía moto, al usar sus "cerdos" cada día. La ciencia avala la teoría, que ya no lo es tanto, de que la concentración extra que necesitamos cuando conducimos una moto, contribuye al aumento de los niveles generales de la función cerebral y esto permite que nuestro cerebro funcione a pleno rendimiento. 

Este estudio dirigido por el doctor Ryuta Kawashima de la Universidad de Tokio demostró que quienes conducen una moto a diario y quienes no utilizan el cerebro de manera totalmente distinta, y así mientras que los moteros activos usan más el el hemisferio derecho del lóbulo prefrontal y esto se traduce en un alto nivel de concentración. 

Para concluir, conducir una moto de manera cotidiana no solo nos hace más felices, sino también más "cognitivos", así que ahora si, ya no hay excusas para dejar aparcada la moto.

Ráfagas.

lunes, 18 de julio de 2016

Hermandad Motera

Decía el escritor José Narosky: "La verdadera hermandad no requiere de lazos de sangre" y qué razón llevaba. Esto es algo que lo saben bien los moteros, esos hombres que el cine se empeña en dar aspecto rudo y desapegado, pero que se saludan con abrazos y besos y se llaman hermanos entre si aunque la sangre que corre por sus venas no es la misma.

Es complicado explicar esto a quien no ha vivido o convivido en un ambiente motero, a quien no pertenece a un club con gente de calidad, porque no se puede explicar la confianza y el vínculo que se llega a crear con aquellos que ruedan contigo, que conviven contigo y que, por qué no decirlo, beben contigo para alegrarse y a veces para olvidar... Saber que están ahí para lo bueno, eso siempre, y muchas veces también están para lo malo, aun sin pedírselo, aun sin hablarlo, están cuando los necesitas.

No siempre se consigue a la primera, encontrar a ese grupo humano con el que conectas y que te hace sacar lo mejor de ti no siempre es sencillo ni se consigue la primera vez que lo intentas, de hecho hay muchos que jamás lo logran o que acaban desanimándose. La calidad en esto no siempre es fácil de encontrar, incluso cuando sabes que un grupo es bueno y que emana verdadera hermandad, no tiene por qué ser lo que buscas o no tienen por qué ser quienes te buscan. A veces simplemente un grupo es bueno como está y no todos encajan en el, no todos logran ser un miembro más. Pero tened por seguro que cuando lo encuentras (o te encuentra el grupo a ti) se sabe, se siente que esa es tu "manada". 

Os aseguro que no he hecho más que encontrar beuna gente en este mundillo desde que tengo moto, me reido y lo he pasado muy bien, he hecho a los mejores amigos que se puedan imaginar y no me arrepiento de nada, de ninguno de los pasos que he dado. Pero es justo ahora, en esta familia, la familia Iberian Motards, cuando he sentido que soy parte de algo grande, de algo importante. Y ese momento, en el que descubres eso, es cuando sabes que aquí y ahora ya nadie se quedará atrás, nadie rodará solo, nadie será el olvidado en la carretera. Esto es una verdadera hermandad, y cada cual encuentra la suya en su justo momento.

Ráfagas

miércoles, 8 de junio de 2016

Alma motera

Decía Andrés Montes, a quien le tenía mucha admiración: "¡La vida puede ser maravillosa!". Y así es, la vida puede ser maravillosa, por eso no debemos hacerla lamentable, menos aun quienes tenemos el inmenso placer de haber conocido la libertad y la felicidad que da una moto. Subid sobre las dos ruedas y dejad atrás los problemas, las amarguras, las rencillas, las agriedades de la vida... Subid sobre esas dos ruedas, domad ese par motor, cabalgar vuestros c.v. y dominad vuestros centímetros cúbicos, marchad hacía el horizonte sin preguntaros si es allí donde se acaba el mundo, porque si es así, bienvenido sea el final, ya que llegaréis a el sobre un torrente de felicidad épica como lo es el conducir una moto.

Entiendo que quienes nunca han subido en moto o, aun habiéndolo hecho, no han encontrado el punto G de hacerlo, jamás comprenderán lo que digo, de lo que hablo. Y es que subir en moto y disfrutarla no está al alcance de todos, y no hablo de dinero o de oportunidades, hablo de alma, tener alma motera no es siempre sinónimo de poder adquisitivo u oportunismo. Un alma motera, estoy convencido de ello, es algo con lo que se ha de nacer y que jamás, por mucho que se intente o se quiera, se puede adquirir. Habrá quien muera sin saber que la tiene y la tenga, pero por desgracia también hay muchos que viven simulando tenerla y jamás la portaron, a los primeros mis condolencias, a los segundos les aviso: se os nota demasiado.

En la vida me he tropezado con multitud de personas que tenían alma motera, que sentían las dos ruedas y su mundo como sienten el alma propia, he conocido fingidores también, pero de esos ya ni me acuerdo. He tenido grandes amigos, algunos de los mejores de mi vida, moteros, he conocido a gente que lo dio todo por la moto y su universo, he conocido a gente que se dejó la vida sobre las dos ruedas. Mis mejores momentos han sido casi todos en torno a un olor a gasolina y el viento en la cara, algunos de los peores también. La moto me unió a grandes personas y me puso en el camino a mis peores enemigos. Hoy yo puedo decir que la moto es el 80% de mi vida.

No cambiaría nada por subir en moto, y puede que parezca una exageración o una barbaridad, no se, pero es así. Sin moto no habría superado mis peores momentos ni habría conocido a grandes ejemplos de vida. Sin moto no sería quien soy.

miércoles, 20 de abril de 2016

Aniversario de Iberian Motards B.C.

Apuntaos bien la fecha, el 21 de mayo en el Rolling Rock Bar de Alcázar de San Juan. Motos & Rock 'N Roll para celebrar nuestro aniversario ¿Se puede pedir más? Si, os pedimos que nos acompañéis a todos los amigos de las dos ruedas y la cultura Custom.
 

domingo, 3 de abril de 2016

Iberian Motards cumple un año

viernes, 15 de enero de 2016

Yo se lo que soy

En tierras de Asturias con mi Virago 1100
Hubo un tiempo en el que soñaba con ser motero. No tenía muy claro que era eso, pero quería serlo. Miraba las películas y las series y veía motos cromadas, de largas horquillas y sencillos chasis y me decía a mi mismo: “eso es exactamente lo que quieres ser”. Y así era, eso era lo que quería ser, ni más ni menos.

La tradición motera, muy larga y arraigada en mi ciudad, cuna de la federación Regional de Motociclismo, no era precisamente una tradición custom, cuando yo era adolescente apenas había unas o dos Herleys en Alcázar y estas tampoco eran de gente que las usase mucho. Las motos que se veían más eran las deportivas o las de enduro, las de cross y algo más tarde las de trail. Eran motos, si, muy bonitas y potentes, pero no eran las que yo soñaba. A pesar de haberlas “vivido” poco y haberlas visto menos en persona, yo sabía que era custom lo que me pedía el espíritu. Yo tenía claro cuál era mi estilo.

Pasaban los años y cada día lo tenía más claro, empecé a embeberme de la cultura custom, de su estilo de vida, empecé a aprender lo que eran las Harleys y todo lo que ese mundo envolvía en su papel de regalo negro mate. Con el tiempo supe lo que era un MC y lo que era un club house, supe la diferencia entre conducir una moto disfrutando cada segundo en una carretera secundaria sin prisas, y lo que era disfrutar una moto en un circuito a toda velocidad. Con el tiempo me volvía más y más custom…

Un buen día llegó a mi una oportunidad única, yo, que jamás había conducido ni un mal ciclomotor, de repente me vi en la autoescuela, sacándome el carné de “moto gorda” y negociando con unos hermanos la compra de su pequeña Yamaha SR 250 Special. Aquella fue mi primera moto y si, tenía estética custom. Disfruté con ella de lo lindo, me movía por todas partes con ella, desplazamientos urbanos sin descanso, pero también largos viajes sin pasar de 110Km/H que era su velocidad máxima siempre y cuando no hubiese mucho viento. Valladolid, Murcia, Córdoba… De una a otra ciudad española en mi pequeña SR Special. Más tarde llegó una de las mejores motos custom que ha dado la historia, mi sueño de adolescente se hizo realidad y me agencié un Yamaha Virago XV 1100, el salto de cilindrada fue tremendo y con el la distancias de mis viajes aumentaron, también los amigos moteros y las fiestas con ellos. Con esa moto sentí en mi propia carne lo que era ser motero y poderlo disfrutar sin fisuras, conocí el ambiente de los MCs, las juergas hasta la madrugada con gente que jamás habría conocido sin moto, el amor y el sexo sobre un saco de dormir en medio de ninguna parte.


En la actualidad con mi HD Street Bob del 2015
Hoy, sin olvidarme de mis motos anteriores, conduzco una HD Street Bob, un verdadero sueño hecho realidad en forma de hierro negro mate con cromados y 1700c.c que me llevan donde quiera, que me hacen sentir vivo incluso en esos días que el resto del universo se empeña en matarme. 

Lo importante no es qué moto tengo, su marca, cilindrada o potencia, lo realmente importante es ese sentimiento que desde bien pequeño me ha invadido. Saber que quería ser motero no era sino el reflejo de lo que, en realidad, ya era. Saber que no quería sino montar sobre dos ruedas, sentir el aire caliente en mi cara en los calurosos veranos de La Mancha, el frío de los criminales inviernos de Castilla y las traicioneras lluvias de la carreteras. Yo se lo que soy, yo SOY MOTERO.