Hace 15 días subimos al puerto de Mijares, en la provincia de Ávila, hasta llegar arriba la carretera es estrecha, casi de un único carril, llena de curvas a veces muy cerradas y en aquella ocasión con nieve en la cuneta. ¡Qué paisajes tan asombrosos! La verdad es que era una verdadera gozada mirar a tu alrededor mientras subías ese carreterín y ver, cuando la niebla lo permitía, la altura a la que estás, el paisaje nevado, la sierra rodeándote y mostrándose salvaje pero respetuosa.
El calor no me ha detenido nunca en un viaje sobre dos ruedas, pero desde luego el frío tampoco lo podrá hacer si la recompensa es ver algo así, porque realmente mereció la pena subir a más de 1500 metros, recorrer las interminables curvas y al final poder ver lo grande que es el mundo que nos rodea, todo lleno de carreteras por descubrir.
1 comentarios:
Ahora, cada vez que veo moteros me fijo. Entiendo que pueda apasionarte, debe dar una gran sensación de libertad.
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