domingo, 16 de mayo de 2010

AUN SE ENCUENTRAN AQUELLAS CARRETERAS.

Cuando parece que todo está perdido, que ya solo quedan autovías aburridas o carreteras peligrosas de las que ninguna administración pública se acuerda, de repente encuentras una carretera de esas por las que merece la pena rodar. Una carretera en buen estado, sin demasiados tramos peligrosos pero divertida y bonita, no una autovía en la que lo más emocionante es ver a un tipo meando en el arcén. 


Ayer decubrí una de esas carreteras. Bueno, en realidad ya la conocía, pero hacía muchos años que no pasaba por ella, ya ni la recordaba. Se trata de la N-430 entre las localidades de La Solana y Argamasilla de Alba. Una carretera llena de cambios de rasante de esos que te hacen sentir un cosquilléo en el estómago cuando llegas a lo más alto y de repente notas que la moto, contigo encima, desciende, como si bajases a los mismísimos infiernos. Una carretera muy recta, pero con un par de curvas muy pronunciadas, lo suficiente como para poder tumbar (a quien le guste) y no olvidar esa sensación primaria de todo motero que es notar los neumáticos agarrándose al negro asfalto. 

Además se trata de una carretera bordeada en practicamente toda su extensión de árboles y matorrales, lo que le da un atractivo especial que me recordaban las carreteras del interior de Inglaterra, por las que conduce Dustin Hoffman en Perros de Paja (Sam Peckinpah, 1971) antes de que empiece la gran disputa por proteger a aquel disminuido que se cuela en su casa huyendo de la exaltada masa que quiere colgarlo.

Me encantan esas carreteras con encinas o cualquier otro tipo de árbol a los lados, son muy bonitas y todo un espectáculo para cualquier motero. Además dan una sombra que es muy agradecida cuando conduces en verano con todo el calor, de hecho creo que deberían bordear todas las carreteras con árboles, al fin y al cabo el peligro siempre está en las cunetas, si no son árboles serán guardarreiles o culquier otra cosa. Y más allá de los árboles, en la N-430 hay muchas zonas de siembra, ayer eran un verdadero deleite para los ojos de quien conducía por allí, todo un manto verde (cebada, trigo, etc) emergiendo a ambos lados de la carretera mientras el aire roza tu cara y te hace comprender lo maravilloso que es montar en moto.

Todos deberíamos ir en moto, el mundo seguro que era más amable, al menos en las  grandes ciudades.

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